Manifiesto

En memoria a uno de nuestros pueblos originarios…

Cuando decidí desarrollar este proyecto deseé que tuviese una dedicatoria continua y expresiva; con memoria y que perdure en esta era digital y desechable, donde todo parece perder importancia en el ocaso.

¿Alguna vez te han hablado de los selk’nam?

Quizás recuerdes alguna imagen del body art tan característico, único y propio de su mundo. Pero ellos eran más que body art o cuerpos pintados.

Los selk’nam (u onas) fueron uno de los pueblos amerindios que habitaban la isla Grande de Tierra del Fuego, –ubicada en el extremo sur del continente sudamericano y que hoy comparten Chile y Argentina– frente a mi natal y querido Punta Arenas. Esta etnia se caracterizaba por tener costumbres nómades, de cazadores y recolectores. Sobrellevaron por milenios el crudo clima de mi zona: inhóspito, de frescos y cortos veranos; y de largos, húmedos y fríos inviernos. Poseían una gran conexión con el agua: en la costa del estrecho de Magallanes la isla poseía una rica fauna de mamíferos marinos y moluscos; y la costa del Atlántico de guanacos, zorros y roedores. Diversas plantas silvestres eran parte de la dieta selk’nam, al igual que las aves de la isla.

No tenían ciudades ni tampoco levantaron monumentos, pero sabían dibujar. Los selk’nam tuvieron la capacidad de pintarse a sí mismos.

Los shoort o espíritus es la más conocida representación del body art único que revelaba sus más profundos miedos y preocupaciones: dibujos, líneas y patrones que representaban a espíritus que ponían a prueba a los jóvenes en su paso a la adultez durante la ceremonia Hain, una representación teatral y sensorial de carácter patriarcal y que entregaba status en la comunidad, y que se conoce mayoritariamente por la experiencia  del antropólogo Martin Gusinde, quien, paradójicamente, fue el actor principal que abrió paso al fin de las creencias, ritos y estilo de vida  de los Selk’nam y que las misiones salesianas llevarían a cabo su exterminación radical junto a expedicionistas europeos y chilenos de alta elite.

Después de la muerte, los onas creían que se transformaban en estrellas. Es aquí donde yo interpreto por qué la idea de plasmar en sus dibujos al universo, el cosmos. Probablemente estas obras que a partir de la cosmología eran interpretaciones de lo que ellos creían del universo desde una arista poética.

Llegó 1883, junto a los colonos, buscadores de oro, milicias, ganaderos y misioneros religiosos, y con ello, luego de que los selk’nam convivieron por siglos con el mar y las estrellas sufrieron el eclipse de su propio mundo. Los gobiernos de Chile y Argentina declararon a los nativos como corruptos, ladrones de ganado y bárbaros. Muchos terminaron arrinconándose en las tierras más próximas, como, por ejemplo, isla Dawson. El mismo Charles Darwin se manifestó –con estas palabras– sobre nuestros pueblos originarios:

“Esos desdichados salvajes tienen la talla escasa, el rostro repugnante y cubierto de pintura blanca, la piel sucia y grasienta, los cabellos enmarañados, la voz discordante y los gestos violentos. Cuando se ve a tales hombres, apenas puede creerse que sean seres humanos, habitantes del mismo mundo que nosotros”.

Les desgarraron sus creencias, su lengua, sus canoas. Los vistieron con ropa usada y contaminada con las pestes del viejo mundo; enfermándolos, matándolos uno por uno en menos de medio siglo.

Otros selk’nam quedaron expuestos a los “cazadores de indios” que obtenían una libra por cada hombre selk’nam muerto, muchas veces frente a sus hijos, quienes eran despojados también de sus madres que quedaban en total disposición a los ganaderos para proteger a sus descendientes. Cómplices hubo muchos: la élite política, el poderío de los colonos y estancieros, los religiosos europeos; pero lo peor de todo es que hasta el día de hoy no existe culpabilidad, ni mucho menos memoria.

Desde 1883 nos han intentado arrebatar, robar o violar nuestra identidad. Para los selk’nam la madre es el agua, el océano, la lluvia. Los onas estaban identificados con su tierra, su naturaleza con el agua. ¡Eran dueños del país! Supieron con siglos de antelación cosas que la ciencia comprobó mucho después. Un pueblo que se sustentó del agua desapareció gracias a la civilización europea que invadió América. Mis tierras hoy tienen una memoria de la muerte, humillación, abuso y el genocidio –a principios del siglo XX– de esta remota cultura.

Créditos

Video x Juan Pablo Ruiz 

Modelos: Agata de New Models Chile, Ximena Welovemodels y Pedro Mohana

MUA x Tomás Brinck y Javiera Kastner

Música x Der Nautilus.

In memory of one of our native peoples...

When I decided to develop this project I wanted it to have a continuous and expressive dedication; with memory and that lasts in this digital and disposable age, where everything seems to lose importance in the twilight.

Have you ever been told about the Selk'nam?

Perhaps you remember some image of the body art so characteristic, unique and typical of its world. But they were more than body art or painted bodies.

The Selk'nam (or Onas) were one of the Amerindian peoples who inhabited the Isla Grande de Tierra del Fuego, -located in the extreme south of the South American continent and today shared by Chile and Argentina- in front of my native and beloved Punta Arenas. This ethnic group was characterized by having nomadic customs, of hunters and gatherers. They endured the harsh climate of my area for millennia: inhospitable, with cool and short summers; and long, wet, and cold winters. They had a great connection with water: on the coast of the Strait of Magellan, the island had a rich fauna of marine mammals and mollusks; and the Atlantic coast of guanacos, foxes and rodents. Various wild plants were part of the Selk'nam diet, as were the birds of the island.

They did not have cities nor did they build monuments, but they knew how to draw. The Selk'nam had the ability to paint themselves.

The shoort or spirits is the best known representation of the unique body art that revealed their deepest fears and worries: drawings, lines and patterns that represented spirits that tested the young in their passage to adulthood during the Hain ceremony, a theatrical and sensory representation of a patriarchal nature and which gave status in the community, and which is mostly known from the experience of the anthropologist Martin Gusinde, who, paradoxically, was the main actor who paved the way for the end of beliefs, rites and lifestyle of the Selk'nam and that the Salesian missions would carry out their radical extermination together with high-elite European and Chilean expeditionists.

After death, the Onas believed that they were transformed into stars. It is here where I interpret why the idea of capturing the universe, the cosmos in his drawings. Probably these works that based on cosmology were interpretations of what they believed of the universe from a poetic edge.

1883 arrived, along with the settlers, gold prospectors, militias, ranchers, and religious missionaries, and with it, after the Selk'nam lived for centuries with the sea and the stars, they suffered the eclipse of their own world. The governments of Chile and Argentina declared the natives corrupt, cattle thieves, and barbarians. Many ended up cornering themselves in the nearest lands, such as Dawson Island. Charles Darwin himself spoke – with these words – about our native peoples:

“These unfortunate savages are short in stature, their faces disgusting and covered in white paint, their skin dirty and greasy, their hair tangled, their voices discordant and their gestures violent. When you see such men, you can hardly believe that they are human beings, inhabitants of the same world as ourselves".

They tore their beliefs, their language, their canoes. They dressed them in used clothing contaminated with the pests of the old world; sickening them, killing them one by one in less than half a century.

Other Selk'nam were exposed to the “Indian hunters” who obtained one pound for each Selk'nam man killed, many times in front of their children, who were also deprived of their mothers who were left at the disposal of the ranchers to protect their their descendants. There were many accomplices: the political elite, the power of the settlers and ranchers, the European religious; but worst of all is that to this day there is no guilt, much less memory.

Since 1883 they have tried to snatch, steal or violate our identity. For the Selk'nam the mother is the water, the ocean, the rain. The Onas were identified with their land, their nature with the water. They owned the country! They knew things centuries in advance that science verified much later. A town that lived on water disappeared thanks to the European civilization that invaded America. My lands today have a memory of the death, humiliation, abuse and genocide – at the beginning of the 20th century – of this remote culture.